viernes, 21 de agosto de 2015

La Asociación de HIjas de la Inmaculada

Ya he explicado en una intervención cómo la Junta de Damas de Cádiz renunció a reanudar la inspección de las escuelas municipales de niñas tras haberla abandonado durante la administración del Alcalde republicano Rafael Guillén Estévez, en 1869, a pesar de los requerimientos del nuevo alcalde, el unionista Juan Valverde y Cubells, empeñado en recuperar la colaboración con el Obispado.
EL ALCALDE JUAN VALVERDE

     Los trabajos para impartir enseñanza gratuita privada, de carácter eminentemente católico, a niños y adultos se aceleraron después referida renuncia de la Junta de Damas, debida probablemente a la apuesta del obispo fray Félix por la creación de este tipo de escuelas como necesarias para mantener una educación católica, ante el temor a que las contingencias políticas trajeran de nuevo un Ayuntamiento republicano que tratase de imponer una enseñanza laica y prohibiese la enseñanza de religión en las escuelas públicas, como realmente sucedería en 1873.

A partir de la proclamación de la Constitución de 1869, el temor del clero católico de la ciudad al avance de la doctrina protestante, con la creación de escuelas de niños en Cádiz por el presbiteriano Abraham Ben Ollier y la  posibilidad de que se optase por una enseñanza pública laica, en la que la enseñanza de la religión católica fuese eliminada, dio lugar a la creación y potenciación de escuelas privadas católicas, a menudo por iniciativa directa del obisdpo.
ABRAHAM BEN OLLIER

      Estas escuelas católicas  locales produjeron el efecto positivo de mejorar la alfabetización de los más necesitados, incluyéndose a niños y niñas y también a mujeres. En 1869 se abrió en Cádiz la escuela de San Rafael y en 1871 la de San Bernardo. En abril de 1870 comenzó a funcionar la de niños de Nuestra Señora del Rosario, en cuya memoria de apertura se citaba expresamente que la fundación se hacía con la intención de dar a los jóvenes, “una enseñanza eminentemente cristiana”, lo cual se estimaba como cada vez más necesario a causa de la propaganda protestante que se hacía en Cádiz desde que se estableció en España la libertad de cultos. La escuela  fue fomentada, entre otras personas por Antonio de Cañada, responsable de las escuelas de la extinta Congregación de San Vicente de Paúl en Cádiz.

   Con el nuevo objetivo de crear escuelas privadas católicas de carácter gratuito que contrarrestasen la evangelización protestante, destacó otra institución gaditana, la Asociación de Hijas de la Inmaculada Concepción, también cuyas socias eran popularmente conocidas como “Las Concepcionistas”. Era una asociación femenina mucho más reciente que la Junta de Damas, pues había constituído el 27 de abril de 1867, “con el objetivo de atraer a las jóvenes gaditanas en torno al altar de la Inmaculada Virgen María, para labrar su propia santificación y trabajar en la de sus prójimos, acudiendo al remedio de las necesidades espirituales de las pobrecitas jóvenes y niñas de la población”. Su director espiritual en el momento de la fundación era el arcipreste de la catedral de Cádiz José María Urquinaona, luego obispo de Canarias.

URQUINAONA

      Las componentes de la asociación realizaban visitas domiciliarias a las jóvenes, “para vigilar sus costumbres y atraer a sus familias al desempeño de sus deberes religiosos”. Las asociadas ayudaban en los cuidados a enfermas en el Hospital de Nuestra Señora del Carmen, más conocido como “Hospital de Mujeres” (que es en la actualidad la sede del obispado de Cádiz).
HOSPITAL DE MUJERES

    La instrucción de niñas, y también de adultas, fue una  preocupación  constante de la asociación, formando la catequesis católica una parte esencial de la educación impartida. A poco de fundarse, en agosto de 1867, abrió el primer establecimiento de enseñanza nocturna. El 14 de octubre de 1869, cuando ya se habían abierto en Cádiz unas escuelas protestantes, las Concepcionistas fundaron una escuela de niñas, para oponerse a las iniciativas anticatólicas, de cuya enseñanza se hicieron cargo las mismas asociadas. Estas actividades educacionales, que servían de propaganda a favor del catolicismo al mismo tiempo que de forma de oposición a la evangelización protestante y a la política secularizadora del momento, sitúan a la Asociación de Hijas de la Inmaculada (y también, aunque en menor medida, a la Junta de Damas) como un antecedente de la faceta educativa de lo que con el tiempo se denominará “Movimiento Católico”.

  A partir de septiembre de 1870, la entrada en Roma de las tropas de Víctor Manuel II, con la consiguiente pérdida de los Estados Pontificios, daría lugar a una potenciación de nuevas formas de presencia católica en la sociedad que irían conformando el referido Movimiento Católico, entre las que se daría gran importancia a la enseñanza y catequesis católica y, en general, a la creación de asociaciones católicas. En 1872 había dos escuelas de niñas en el Hospital de Mujeres, la de las Concepcionistas, es decir, la creada en 1869 por la Asociación de Hijas de la Inmaculada, y la de niñas pobres de Nuestra Señora del Carmen, fundada por María de Arteaga y administrada por el canónigo penitenciario de la catedral Salvador Moreno como patrono y director. Las enfermeras del Hospital de Mujeres, que eran hermanas Carmelitas de la Caridad, se hicieron cargo de la escuela en abril de 1872, cuando el canónigo Moreno lo solicitó a la superiora general de las Carmelitas, por haber fallecido su única maestra. La escuela se reformó, utilizándose no solo para las clases correspondientes sino también para que sirviera de residencia para las hermanas.

    A la escuela de niñas de las Concepcionistas, se le aumentó en abril de 1872 el espacio disponible, al mismo tiempo que se mejoraban las instalaciones de la del Carmen. También en abril de 1872, tras comprobar la falta de instrucción religiosa de las pobres visitadas, la Asociación de Hijas de la Inmaculada estableció una escuela de adultas en el barrio de Santa María.

    En 1874 la asociación sostenía una escuela nocturna “para menestralas, niñas y adultas” (probablemente la que aumentó de espacio en 1872, pues estaba situada, como la del Carmen, en el Hospital de Mujeres) y otra diurna de niñas, establecida en la calle del Empedrador números 3 y 5, presididas todas por Luisa Ruiz Tagle.
PATIO INTERIOR DEL HOSPITAL DE MUJERES

   La nula participación política de la mujer y el escaso reconocimiento de sus actividades sociales no permitieron que las Hijas de la Inmaculada, como también las asociadas de la Junta de Damas, pudieran tener una participación activa y directa en la confrontación político-religiosa gaditana. Basta recordar que el llamado entonces “Sufragio Universal” era en realidad restringido, pues solo se refería a los varones, o que la ley de matrimonio civil posterior a la Constitución no permitía a la mujer publicar libros u opiniones en prensa sin autorización del esposo. No obstante, ambas asociaciones se mostraron muy activas con motivo del derribo del Convento de Nuestra Señora de la Candelaria en 1873. Ambas instituciones no dudaron en movilizarse, manifestándose en la calle a favor de la religión católica y la preservación de los conventos de monjas, tratando de convencer a las cigarreras de la Fábrica de Tabacos para que las secundasen y entrevistándose con el alcalde Salvochea para tratar de disuadirle de su intención.
FÁBRICA DE TABACOS DE CÁDIZ
AL FONDO A LA IZQUIERDA)

      Pero su principal aportación a la causa católica fue su labor educativa en apoyo a la idea del obispo  fray Félix de oponerse al protestantismo con las mismas armas educativas y luchar contra la previsible secularización de la enseñanza pública, como efecto de la libertad de cultos sancionada por la Constitución de 1869,  oponiendo una enseñanza privada católica.

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REFERENCIAS:

Archivo Diocesano de Cádiz, legajo 168, carpeta “Enseñanza”; legajo 158, carta del obispo al Cabildo Catedral de fecha 14 de febrero de 1872.

DELGADO CRIADO, B., La educación en la España contemporánea, (1789- 1985), Madrid, Ediciones SM, 1994.

ESPIGADO TOCINO, G.
·   Aprender a leer y escribir en el Cádiz del Ochocientos, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1996.
·    La Primera República en Cádiz. Estructura social y comportamiento político durante 1873, Caja de San Fernando, Sevilla, 1993.

GÓMEZ FERNÁNDEZ, J., Disidencias y escuelas en la Bahía de Cádiz (1835- 1936), El Puerto de Santa María, Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, 2009.

GUEREÑA, J. L., y TIANA FERRER, A., Clases populares, cultura, educación. Siglos XIX-XX. Coloquio hispano-francés, Madrid, Casa de Velázquez, 1989. 

LEÓN y DOMÍNGUEZ, J. M., Recuerdos gaditanos, Cádiz, Tipografía de Cabello y Lozón, 1897.
MONTERO GARCÍA, F.:
·    El movimiento católico en España, Madrid, Eudema, 1993. 
·  “Propaganda católica y educación popular en la España de la Restauración. 1900-1920)”, en AYMES, J.-R., FELL, E. M., GUEREÑA, J.- L. (eds.), École et Église en Espagne et en Amérique latine. Aspects, idéologiques et institutionnels, Tours, l´Université de Tours, 1988,

ROSETTY, J.,  Guía de Cádiz, El Puerto de Santa María, San Fernando y el Departamento, Cádiz, Imprenta  y  Litografía de la Revista  Médica, 1874.

TIANA FERRER, A., Historia de la educación popular en España Contemporánea. Diez años de investigación, Madrid, CIDE, 1994.





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