miércoles, 14 de octubre de 2015

Cádiz y el vigésimo quinto aniversario de Pío IX



Ya se ha tratado sobre la iniciativa escolarizadora y catequética de la Junta de Damas y de la Asociación de Hijas de la Inmaculada Concepción, como antecedentes del Movimiento Católico. Por las fechas en que triunfaba y se asentaba en España la revolución consecuente al levantamiento de septiembre de 1868, La Iglesia católica comenzaba a adaptarse a las nuevas circunstancias y trataba de oponer acciones positivas que contrarrestasen la creciente secularización y sirviesen de propaganda católica. En esa línea, el fomento de la adhesión popular a Pío IX, iniciada a partir de la pérdida de los Estados Vaticanos, y con ella del poder temporal del papa, buscaba movilizar a los católicos como forma de resistencia a las medidas secularizadoras[1]. El vigésimo quinto aniversario de la llegada del papa al pontificado, en un momento de fuerte oposición eclesiástica a la política secularizadora nacional y a la figura del rey don Amadeo dio ocasión a la organización de una manifestación de adhesión popular al sumo pontífice, que buscaba fortalecer el ánimo de los católicos y dar una prueba a los poderes públicos de que había una abrumadora mayoría de católicos dispuestos a demostrar su apoyo incondicional a la Iglesia, por encima de la política secularizadora imperante. La visión de los católicos más intransigentes era que Pío IX había llegado a cumplir los veinticinco años de pontificado a pesar de la persecución inaudita a que le habían sometido los autores de una larga serie de extravíos y errores que estaban pervirtiendo el  orden social, el cual solamente podía restaurarse siguiendo la palabra infalible del sumo pontífice[2].




Los ultramontanos de Cádiz habían estado haciendo desde mayo de 1871 una labor de propaganda sin precedentes para lograr una afluencia masiva a los actos conmemorativos del aniversario de la entronización del papa, que hiciera ver a  los “enemigos del catolicismo” que no contaban con el apoyo de la inmensa mayoría de los gaditanos. El periódico moderado de Cádiz El Comercio, que siempre colaboró con el Obispado en sus objetivos, se volcó en difundir los trabajos de la Asociación de Católicos de Cádiz para organizar el evento. El 18 de mayo publicó un mensaje dirigido al papa por la asociación, en el que los firmantes alababan entre los grandes hechos del pontificado “el espectáculo de un gran concilio Vaticano celebrado a la faz de la impiedad moderna”. El escrito se encontraba en la sede de la asociación para que todo aquel que lo deseara pudiera firmarlo antes de su remisión[3]. La asociación abrió una colecta con el fin de remitir lo recaudado al Consejo Superior de la Juventud Católica, la cual se iba a encargar de enviar a Roma todo lo reunido en España. La cantidad conseguida confirma una adhesión muy amplia en Cádiz. El 20 de mayo, a poco de iniciarse la recogida de dinero, ya se habían conseguido unos ingresos de mil quinientos treinta y un reales. Once días después, el 31 de mayo, la suma que se publicó como definitiva se elevaba a veintidós mil ochocientos reales, que se remitieron el mismo día 31 de mayo a Madrid. Se habían estado recogiendo limosnas en todas las parroquias de Cádiz, en la tesorería de la Asociación de Católicos, en la escuela católica de Nuestra Señora del Rosario y en la redacción de El Comercio[4].


El Cabildo Catedral y el obispo organizaron otra colecta, para los gastos que iban a suponer los actos. La relación de las limosnas de organismos oficiales, asociaciones y ciudadanos, con un total de trescientos setenta y siete ingresos, ascendió a cuarenta y tres mil cuatrocientos treinta reales, con aportaciones que iban desde los cuatro mil reales hasta muchas de un solo real[5]. Además de las aportaciones referidas, hubo otras anónimas (como la realizada por los diecisiete concejales que asistieron a los actos), abonadas en mesas petitorias que se distribuyeron por los alrededores de la catedral, y por suscripciones hechas por algunas personas, conventos e iglesias de la capital. Esta aportación suplementaria produjo un total de nueve mil ochocientos veinte reales con cincuenta céntimos[6].

Si se suman la recaudación de la Asociación de Católicos para enviar a la Santa Sede (veinte mil quinientos cuarenta y ocho reales) y la del Obispado para celebrar los actos en Cádiz  (cuarenta y tres mil cuatrocientos treinta más los nueve mil ochocientos veinte con cincuenta adicionales), el total recaudado en poco más de un mes fue de setenta y tres mil trescientos noventa y ocho reales con cincuenta céntimos, cifra que no tiene precedentes entre las suscripciones populares realizadas en Cádiz durante el Sexenio Democrático[7]. Hay que matizar, no obstante, que había buena cantidad de aportaciones relativamente elevadas, con lo que el número de donantes suponían un porcentaje reducido para el total de habitantes de Cádiz. En los pueblos de la Diócesis también se hicieron colectas para la celebración de la capital, aunque la cantidad recaudada fue mucho menor[8].

El día 20 de junio hubo un repique general de todas las iglesias de Cádiz entre las doce y la una del mediodía y entre las ocho y las nueve de la noche. Muchas casas estaban engalanadas con colgaduras y “empezó a notarse gran animación en el vecindario”. Por la noche se iluminaron  la catedral y las parroquias del Rosario, San Antonio y San Lorenzo, además del Seminario Conciliar y las escuelas católicas de las calles de San Rafael y Bilbao. Igualmente, se iluminaron las sedes del Círculo Moderado, la Asociación de Católicos y el Casino Gaditano.
CASINO GADITANO

Sin embargo, los edificios públicos no se engalanaron ni iluminaron, aunque los conservadores opinaban que “tampoco hacía gran falta para completar el animado cuadro”. La excepción eran las casas consistoriales, que con su ornamentación habían “respetado los sentimientos del pueblo que representan”. Por la noche hubo música frente a la catedral y a la parroquia de San Antonio con gran animación en las calles, no produciéndose ninguna alteración del orden.
AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ

 El día 21 los repiques fueron aún más insistentes, pues comenzaron prolongándose durante una hora a partir de las cinco de la mañana, y se repitieron de diez a diez y media de la mañana, de doce a una del mediodía y de siete a ocho de la noche. A las ocho de la mañana se celebraron misas en todas las iglesias de Cádiz, desde la catedral a la más pequeña capilla privada. A las once menos cuarto de la mañana se celebró una nueva misa en la catedral con la presencia del obispo, seguida de un tedeum y la bendición papal. Y a las  cinco menos cuarto de la tarde se celebró una misa cantada en la catedral[9].




CATEDRAL DE CÁDIZ

Una vez terminados los actos, el Obispado publicó la relación de los gastos ocasionados. Los más importantes fueron: tres mil ochocientos reales en el pago a los músicos que habían intervenido en las celebraciones de la catedral, tres mil trescientos ochenta y uno en cera, dos mil setecientos cincuenta y cuatro en  alquiler de lámparas y mil quinientos en la iluminación de la fachada de la catedral. Como sobraba dinero, se emplearon, además cinco mil ciento setenta y seis reales para dos mil hogazas de pan, mil doscientos sesenta para calzado de treinta y seis niñas pobres y dos mil doscientos setenta y cuatro para vestir a veintisiete niños pobres. Después de todos esos gastos todavía sobraban diecisiete mil ciento treinta y cuatro reales, que se distribuyeron entre diversas instituciones católicas[10].

La prensa católica conservadora se encargó de alabar el éxito de la celebración, presentándola como una muestra de que el pueblo seguía marchando al lado de la Iglesia católica. El “fervoroso entusiasmo de Cádiz” era el mismo que brotaba “estos días de las almas de millones y millones de seres humanos”. Y esto se había producido porque se iba a rendir tributo no “a uno de esos guerreros afortunados, a alguno de esos tribunos de las muchedumbres, a alguno de esos caudillos de las revoluciones triunfantes”, sino a alguien “abandonado por todos los poderes humanos, desposeído de su corona de rey, materialmente preso en su palacio”. Pío IX era “el campeón de la fe y la verdad en estos tristes tiempos en que tantas conquistas hacen el escepticismo y el error”; era “la víctima augusta de la impiedad de nuestros días, la piedra inquebrantable a donde han ido a estrellarse todas las tentativas del fariseísmo moderno para arrancar concesiones que alterasen la pureza de la doctrina santa del evangelio”. Los “buenos católicos” debían vestirse de gala y “hacer ostentación pública del júbilo que embriaga todos los corazones, acudiendo a postrarse al pie de los altares para dar gracias a Dios Omnipotente por la protección que concede a nuestro Santísimo Padre”. Cádiz, “la culta y católica Cádiz”, debía ocupar “el puesto distinguido a que le dan derecho los nobles y levantados sentimientos de sus hijos” [11].

La participación popular en el acto religioso previsto en la catedral para las diez y media de la mañana del día 21 de junio fue tan numerosa que se tuvo que autorizar que entrase público en el coro, retrasándose el comienzo hasta las once menos cuarto. Según El Comercio, asistió el Ayuntamiento en pleno (no fue así, pues ya se ha visto que asistieron diecisiete concejales), así como los gobernadores civil y militar. El obispo pronunció un extenso sermón, en el que aprovechó “para presentar en toda su triste realidad las iniquidades de los novadores del día contra el pontificado”. Finalizada la misa, el prelado entonó el tedeum, finalizando la ceremonia sobre las dos y media de la tarde. Por la tarde el obispo, acompañado por el Cabildo Eclesiástico, condujo en procesión al Redentor alrededor del templo, acompañado por centenares de fieles con cirios, concluyéndose el acto a las ocho de la noche. En las parroquias y en las iglesias de los conventos de religiosas tuvieron lugar igualmente cultos consagrados a la festividad. La ciudad estuvo engalanada y “poquísimas casas aparecían sin colgaduras”. Cádiz había puesto, según afirmaban los agentes locales más favorables a los actos, “muy alta su reputación de religiosidad y cultura”[12].

El día 28 el obispo se dirigió a su Diócesis dando las gracias por la adhesión, participación y limosnas recibidas para subvenir los gastos ocasionados por el acontecimiento. Se mostraba impresionado por la demostración de fe de los gaditanos. Había publicado previamente una pastoral para pedirles que diesen “público testimonio de fe, adhesión y respeto al Padre Santo” en la confianza de que no iban a negarle “una cooperación, que por cierto no sería más que la continuación de la constante y afectuosa” que siempre le habían dispensado. Pero nunca se había imaginado que iban a responder con tanto entusiasmo. La piedad de los gaditanos había sido “tan tierna y fervorosa” que el obispo se sentía ligado a sus fieles “con profunda gratitud”. Fray Félix destacaba las aportaciones económicas de los fieles y publicaba en el mismo Boletín Eclesiástico en el que se dirigía a ellos para agradecerles su  respuesta incondicional, la suma que habían aportado con el fin de solemnizar el acontecimiento prodigioso, así como el detalle de la inversión realizada, a los que daba publicidad para que quedase constancia del “cristiano desprendimiento” de los gaditanos. También daba las gracias, además de al Cabildo Catedral y a todos los eclesiásticos de Cádiz, al Ayuntamiento, no solo por su asistencia a los oficios divinos, sino por los “demás obsequios tributados en honor de Su Santidad”. Y finalizaba transmitiendo el telegrama recibido del Cardenal Antonelli, “contestando al de reverente y ardorosa felicitación que por su autorizado conducto se dirigió a Su Santidad el memorable día 21”, y transmitiendo el agradecimiento del papa[13].

Los conservadores gaditanos en materia religiosa se volcaron con el aniversario de Pío IX en lograr una muestra incontestable de los valores tradicionales de la Iglesia. No hay constancia de una sola alteración del orden. El Ayuntamiento de Valverde, seguidor tibio de la revolución, no tuvo inconveniente alguno en participar en los actos. Ya se ha comentado que, aunque no asistieron todos, los que sí lo hicieron contribuyeron con una limosna de novecientos sesenta reales. Los seguidores del Partido Republicano se mostraron totalmente respetuosos con la libertad de los que deseaban manifestar su fervor religioso. El escenario fue muy distinto en Madrid, donde a partir del anochecer se asaltó el edificio de la Juventud Católica, quemándose un retrato de Pío IX, y se produjeron algunas otras alteraciones del orden. En el ámbito nacional, la prensa revolucionaria interpretaba las manifestaciones de fervor por Pío IX como favorecedoras de los intereses del Carlismo e incluso subvencionadas por los reaccionarios. Los católicos conservadores, por el contrario, insistían en que la afirmación católica había sido espontánea  e independiente de cualquier interés de partido.




[1]  Vid., MONTERO GARCÍA, F., y ROBLES, C., “Le mouvement catholique en Espagne dans les années 1870”, en LAMBERTS, E. (Ed.), The Black International, L ´Internationale noire, 1870-1878, Lovaina, Leuven University Press, 2002, pp. 427-463.
[2]  Esa es la idea que expresaban desde el carlismo Ramón Nocedal, Orgaz, Vildósola, Rocha, Vélez Hierro y Somoza en el Congreso el día 16 de junio de 1871, al pedir a la Cámara que se asociase al sentimiento general católico por la celebración del aniversario.
[3]  El Comercio,  núm. 9853 de 18 de mayo de 1871.
[4]  Ibídem, núm. 9866 de 31 de mayo de 1871.
[5]  Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Cádiz, núm. 515, 28 de junio de 1871, pp. 7-16. (El Comercio, en el número de la nota anterior, también  publicó los datos de las limosnas para los actos del aniversario, pero difieren de los de la Diócesis). Las principales limosnas fueron:  4 000 reales de “una señora” con las siglas J. V.,  1 000 reales del obispo, 2 000 del Cabildo Eclesiástico, 360 de los beneficiados de la catedral, 1 000 de Benito Picardo, otros 1 000 de la viuda de Palacios, 1 000 de viuda de Oneto, 1 000 de la viuda de Lasata e hijo; también aportaron 1 000 reales el Excmo. Sr. D. Ángel Urzaiz, Manuel Domecq y Víctor, Excmo. Sr. D. Rafael Sánchez Mendoza, Agustín Blázquez y la Asociación de Católicos de Cádiz. Entre estas pocas personas la donación llegó a los 16 360 reales. Hubo además siete aportaciones de 500 reales, seis de 400, una de 320, dos de 300, una de 240, veintisiete de 200, cuatro de 160, una de 140, y sesenta y una de 100.

[6]  En el mismo Boletín Oficial de la Diócesis de Cádiz de la nota anterior, pp. 16-18: Doña JV.: 400 reales; Parroquia de San Antonio: 599.50; Mesas de la catedral:  4 069; Mesas del sagrario: 80; Monjas de San Fernando: 461; Monjas de la Candelaria: 24; Parroquia del Rosario: 40; Mariana Ferrón: 120; Varios: 9 820.50 reales más.
[7]  La comparación de la recaudación que hizo la Diócesis en torno a la celebración del aniversario del papa, con otras realizadas por partidos o instituciones políticas, da la medida de la adhesión a la Iglesia católica de los gaditanos en estos momentos:
En diciembre de 1869 el  Comité Progresista organizó una colecta para socorrer  a los heridos y familiares de los fallecidos de la insurrección republicana de ese mismo mes. El 31 de diciembre la suscripción, a punto de finalizar, ascendía a 26 177.50 reales. Por su parte el Obispado, que había hecho otra colecta para la misma causa, había recibido 27 534 reales. La Soberanía Nacional, núm. 79, 31 de diciembre de 1868.Pocos meses después del aniversario de Pío IX hubo un naufragio de unos pescadores gaditanos y se abrió una suscripción en la que se recaudaron 20210 reales. El Comercio, núms. 10188 a 10157, 27 de febrero a 17 de marzo de 1872.

El 23 de agosto de 1873 el Comité Central de Socorros para los damnificados en la guerra del Cantón de Cádiz obtuvieron la cifra de 42 105 reales en el plazo de algo menos de un mes. El Comercio, núm. 10672, 24 de agosto de 1873.
[8]  Parroquia de San Fernando, 1 000 reales; parroquia de Conil, 404; parroquia de Jimena, 610; Parroquia de San José (Extramuros de Cádiz) 260; Puerto Real, 200; San Roque 200; Tarifa, 780; Medina Sidonia 768; Presbítero  Manuel Calderón 100; Presbítero José Rey, 23; Varias devotas del culto perpetuo del Sagrado Corazón de Jesús, 161; Alcalá de los Gazules 75. Total 4 482 reales. Boletín Oficial de la Diócesis de Cádiz, núm. 516, 13 de julio de 1871,  p. 7.
[9]  El Comercio, núm. 9886 y 9888,  20 y 22 de junio de 1871.
[10]  Boletín Oficial de la Diócesis de Cádiz, núm. 515, 28 de junio de 1871,  pp. 16-18. La distribución, en reales,  fue la siguiente: Escuela de nuestra señora del Rosario: 3 000; Escuela de las Concepcionistas:    3 000; Asilo del Salvador: 1 634; Asilo del  Buen Pastor: 1000; Casa de impedidas: 500; Viuda e hijos de un ahogado en la bahía el día 21: 1 000; Para los grados designados a estudiantes del Seminario, Facultad de Medicina e Instituto: 7 000.
[11]  El Comercio, núm. 9887, 21 de junio de 1871.

[12]  Ibídem, núm. 9888,  22 de junio de 1871.
[13]  Boletín Oficial de la Diócesis de Cádiz,  núm. 515 de 28 de junio de 1871, pp. 1 y 2. 

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